Aquel verano fue uno de los primeros retiros espirituales con la juventud, Habíamos tenido otros, y experiencias en vigilias de oración donde la presencia de Dios se manifestaba de una manera gloriosa.
¿Qué tiene la juventud cuando, busca de corazón a Dios, y se consagra con lágrimas en su presencia? Apenas cuarenta jóvenes, sin mucho conocimento bíblico, pero apasionados, instruidos en el clamor, en el servicio, en el arrepentimiento, adiestrados, para estar juntos. Juntos para estudiar la Palabra, juntos para comer, juntos para orar, para madrugar. ¿Qué no hará Dios en un pueblo entregado?
Estabamos juntos, toda la casa de colonias nos pertenecía, no había radio ni tv, sólo una búsqueda de su amor. Devocionales por la mañana, talleres de enseñanza después del desayuno, un poco de piscina, futbol, comunión, unos con otros, a la tarde, plenaria, alabanza, adoracion, sin más instrumento que algunas guitarras, mal tocadas, pero con corazones llenos de fuego. Instruccion, exhortacion, palabra viva y práctica. Cena, intercesión, vigilia de adoracion. ¡Dios cada vez mas cerca!
Empezemos con adoracion, juntos en la noche, el cielo lleno de estrellas, su creacion por techo. Y al poco tiempo su gloria. Como estruendo, su presencia empezó a calarnos, algunos empezaban a llorar, otros se arrodillaban, y en medio la palabra de exhortación, Su poder se manifestaba más y más. ya no quedaba nadie que no estuviera quebrantado, el llanto se entremezclaba con su gloria, y el cielo descendía como jamás puedo recordar. Apenas podía hablar mi corazon y mi carne postrada ante un Dios eterno que ama a la juventud.
Si tienes el privilegio de ministrar a la juventud, ámalos, ora por ellos, y no enseñes nada que tú no pratiques. Pero sobre todo ámalos, ámalos, ámalos como Dios los ama.
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