No dejes de hablar de Él, de Jesús, no cälle tu boca, proclama su nombre, no te avergüences del evangelio, la vida y la salvación está en tu boca para darla a conocer a los que están perdidos. Señor tu lo dijistes: ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?
Es nuestro llamado, es nuestra obligación, es tu palabra, tu mandamiento: Id y haced discípulos, Preciosa semilla la que lleva el sembrador, que produce la vida de Dios, Te dire como tu siervo Isaías. Señor enviame a mi. Gracias Jesús.
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