La vida cristiana es una vida de santidad, pues para eso fuimos llamados: para ser santos.
Efe 1:4 según nos escogió en El antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de El. En amor
Nuestro pecado, nuestra desobediencia, no le hace sombra a la gloria y al poder de Dios. Dios es Santo, su naturaleza no puede ser alterada por nuestro pecado. al igual que la la luz del Sol no varia por el comportamiento del hombre, así Cristo en nosotros es fuerte para salvarnos, sanarnos y transformar nuestras vidas. Aunque el cuerpo de pecado estará en nosotros hasta el día del fin y el no puede sujetarse al Espíritu a causa de su naturaleza, la fe que hemos puesto en Cristo nos santifica y nos limpia de nuestros errores. Dios juzgara nuestras obras un día y nos dará la recompensa y el pago de lo que fue sembrado. Es por ello que tenemos que ser reales y vivir conforme a su palabra, perfeccionando nos día a día hasta llegar a ser a la estatura de un varón perfecto. Si Cristo vive en nosotros, su gloria y poder nos afectara para ser cambiados a su imagen. No desmayemos como dice su palabra, pues ninguna condenación hay para los que viven conforme al Espíritu.