Dios le enseño a Josue, discípulo de Moisés que no se apartara de su boca el libro de la ley, el tenia que hablar la palabra, tenia que confesar y expresar con sus labios, lo que había oído, referente a la palabra dada por Dios. Y el resultado de esta obediencia, era inmensa. Nadie le haría frente en todos los días de su vida, todo lo que pisare la planta de su pie se lo daría, tendría victoria en todo aquello que emprendiera. No se apartaría la presencia de Dios de su vida, y como estuvo con Moisés, dice que estaría con El.
Si en el antiguo testamento, ya había una bendición inmensa por creer confesar y obedecer a su palabra, ¿Que no sera, lo que Dios tiene para nosotros en estos días Necesitamos llenar nuestra boca con su palabra, porque ella es medicina, ella es nuestra fuerza, nuestra victoria. Nosotros no pertenecemos al mundo, Jesús dijo que hemos pasado de un régimen de tinieblas, de esclavitud,de dictadura, a un reino de luz, donde hay victoria y buenas noticias. La palabra de Dios es la que produce en nosotros toda buena obra, la que nos trae, los recursos que necesitamos, ella nos capacita, porque nosotros los creyentes tenemos la mente de Cristo.
Aprendamos a confesar, vida y no muerte, victoria, y no derrota,fuerza y no debilidad,gozo y no tristeza...
El hombre y la mujer, comerán del fruto de su boca, y el fruto, es el resultado de lo que hablamos, sea bueno o malo.