busca nuestros libros en Amazon pastor Luis Miguel Quiros

sábado, 26 de julio de 2008

La uncion del servicio



Joh 13:3 sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba,
Joh 13:4 se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó.
Joh 13:5 Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.
Joh 13:6 Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies?
Joh 13:7 Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.
Joh 13:8 Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.
Joh 13:9 Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza.
Joh 13:10 Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.
Joh 13:11 Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos.
Joh 13:12 Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho?
Joh 13:13 Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy.
Joh 13:14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.
Joh 13:15 Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.
Joh 13:16 De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.

 Quizás uno de los pasajes de la escritura mas conocidos, pero quizás también uno de los menos practicados.

 Cuando Cristo vino a nuestro corazón, uno de los privilegios mas grandes fue el hacernos sus siervos. Quizás para muchos esta palabra, les resulte ofensiva, pero si esto es así, es porque todavía no han descubierto, la grandeza y el privilegio de servir al Rey de Reyes, a Jesucristo. El servicio, es una de las características principales que ha de tener un buen hijo de Dios. Cuando le servimos por amor, estamos practicando  y haciendo viva su palabra.  Servicio es amor, cuando dejamos de servir dejamos de amar.  ¿como servimos a Dios? dedicándonos a nuestros semejantes, Jesús lavó los pies de sus discípulos, y les dio mandamiento de servirnos los unos a los otros. El nos dio ejemplo. A muy pocos les gusta el servicio, pero la bendición de Dios se haya, inmersa en aplicar su palabra. Cuando servimos al prójimo, a Dios servimos, cuando servimos en su obra, en la cocina,  en la limpieza, en la confección de vestuario... Estas son actividades no llamadas espirituales, pero son quizás de más bendición que algunas que hacemos con más agrado. Nos gusta estar en el coro,en las danzas, en el teatro, cantando,  y esta bien, pero, que me os parece cuando, de buena voluntad  decidimos entrar en la practica del sacrificio. Lo que menos nos gusta hacer, es lo que más nos bendice. He dicho que lo que menos nos gusta hacer, es lo que más nos bendice. ¿Y sabéis porque? por que hay sacrificio, esfuerzo, abnegación. Te aconsejo que pruebes el poder de la toalla, el poder de la escoba, del mocho, el poder de la aspiradora, el poder de servir en la cocina. Estos ministerios, no son otorgados, por la imposicion de manos, ni por la profecía, son encomendados a gente humilde que ama a sus hermanos. No necesitas el permiso del pastor para fregar los platos, ni para hacer los baños. Quizas hay gente que esta esperando una confirmación, o un mandamiento divino, o quizás una aparición del ángel Gabriel. Yo te digo que ya tienes el llamado, eres un siervo de Dios, y este es el mejor llamamiento, y el de más bendición. Sin servicio, no hay poder, ni del cielo, ni de los hombres. Prueba hacer algo diferente, tendrían que ser los jóvenes los encargados de estas tareas, y sin embargo, veo con preocupación que son las personas mayores quienes asumen estas tareas. Creo que es hora de despertar. ¡¡Yo quiero la unción del servicio!!   Luis M. Quiros.  

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