Introducción
El propósito del estudio es que los creyentes se den cuenta de los peligros que acechan al pueblo de Dios y de las cosas que en nombre de Dios y del Evangelio se están introduciendo en las iglesias por la desidia y la ignorancia de muchos de sus pastores, ancianos u obispos que están ocupados en muchas cosas que no corresponden con su responsabilidad y que como consecuencia de ello, no solamente no tienen el conocimiento para denunciar errores, por lo mucho que ignoran, sino que también han perdido la capacidad de sobre-ver, es decir de ver más allá de lo que hay en muchos movimientos modernos. También por su falta de valentía al no atreverse a confrontar a hermanos y amigos que han caído presos de estas nuevas enseñanzas que pueden terminar en “nuevas” herejías que causen confusión, desasosiego y división dentro del pueblo de Dios
I- ¿Por qué estudiar estos nuevos movimientos?
La meta de la predicación y el estudio de la Palabra es llevar a la iglesia a la santidad y al servicio, al altar de la consagración y a la mies. De agonizar en parir hijos espirituales, luchar y vencer las obras del diablo, conquistar almas y librar cautivos. Tenemos las armas de milicia más poderosas.
¡Ay de los predicadores y maestros temerosos que buscando sus propios intereses refrenan la espada de la palabra de denunciar el pecado, la maldad y la herejía! En Tito 1:9 y Judas 3 la Biblia nos exhorta a ser:“…retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada para que también puedan exhortar con sanaenseñanza y convencer a los que contradicen” y “Amados, por el gran deseo que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación , me ha sido necesario escribiros para exhortaros a que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos”.
La palabra “refutar” es un término argumentativo, mientras que las palabras que se traducen como“contender ardientemente” era un término técnico de lucha, usado en la Antigua Grecia para dramatizar la intensa lucha que se daba entre dos competidores. No podemos olvidar el hecho histórico de que en ocasiones, el perdedor moría. Aunque hay que tener sumo cuidado con hacer las cosas con el debido amor, como nos lo señala el Apóstol Pedro en su segunda Epístola, cuando nos habla que la defensa de la fe se debe de hacerse con “mansedumbre” y “reverencia” (1 Pedro 3:15), la gran realidad de nuestro tiempo es que hoy en día se es negligente en esta área, por el temor a ser señalado como una persona que no tiene amor, o cayendo presos del argumento de que la discusión de asuntos doctrinales es uno que provoca rencillas entre hermanos y división en el Cuerpo de Cristo. F.F. Bruce, uno de los escolares bíblicos más destacados del pasado siglo enseñaba que “más del 47% del Nuevo Testamento es apologético en su naturaleza, refutando y contendiendo contra los errores del legalismo, las falsas doctrinas, el volver atrás, el pecado y requerimientos no bíblicos para la salvación y progreso en la vida cristiana”. La Palabra nos exhorta a “examinarlo todo y retened lo bueno” (I Tes. 5:21). Nos exhorta a ser inquisitivos. Hay una gran diferencia entre el ser creyente y el ser crédulo. El creyente todo lo cuestiona, lo coteja, lo analiza; el crédulo a todo lo dice: Amén. Seamos como los hermanos de la Iglesia en Berea que cuando Pablo y Silas fueron hasta ellos y comenzaron a enseñar, estos hermanos “recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hechos17:11 ).