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libros del Pastor

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jueves, 28 de julio de 2011

La mejor solucion

La mejor solucion no es la nuestra siempre sera la que Cristo tiene para nosotros

Enviado desde mi iPhone visita: www.luismquiros.com

viernes, 22 de julio de 2011

Abrazando la vision

la vista es quizás la parte del cuerpo que mas hay que cuidar, es un miembro delicado, el cual una pequeña mota de polvo, puede producir mucho dolor. Es por medio de la visión que podemos conocer a las personas con las cuales compartimos, distinguimos si es alto o bajo, de que color tiene el cabello, la ropa que lleva y por supuesto podemos distinguirlas de otras por su rostro y cualidades particulares. 
 Cuando hablamos de la visión en Cristo, estamos refiriéndonos no a la dirección particular que cada pastor da a su congregación, si no mas bien a la doctrina qué Jesucristo nos impartió como discípulos y tiene que guiar nuestra vida.  Tenemos que distinguir entre algo que es humano, y lo divino que solo le pertenece a Dios. No podemos mezclar ni hacer ver a los demás que nuestra particular manera de llevar una obra es la visión de Dios. Visión es enseñanza conforme al evangelio, palabras tomadas de su boca y  que están destinadas a edificar la iglesia que solo le pertenece a Cristo, para ser llevada a la dirección que El ha establecido.
Cuando una iglesia tiene la visión de Cristo, y esta es real, esta misma visión es y ha de ser la misma en otra.  Porque la visión de Cristo no cambia, y el motivo es que la visión real ha de estar fundamentada en las escrituras. Toda visión que no tiene este fundamente es una visión humana. Jesús nos dice: que el cielo y la tierra, pasaran, y así es puesto que son cosas físicas, pero su palabra no pasara, ¿Porque? por que su palabra es eterna, y no cambia, ella es estable, poderosa y nos capacita para llegar a la meta. La visión del hombre, perece, fracasa, el hombre se llena de orgullo, de un ego que sobresale y se esconde  en si mismo, y se excusa diciendo que esto viene de parte de Dios. De Dios viene en perdón, de Cristo la humildad. El enseñaba a sus discípulos, y los inspiraba a trabajar, a compartir las buenas nuevas, los animaba a crecer a desarrollarse. La visión humana busca lo suyo, el imperio y el reino nuestro, La visión de Dios busca solo la grandeza y la ministración del evangelio a todo el  mundo. Cuando en cierta ocasión una persona estaba ministrando a un endemoniado, ciertos discípulos fueron a Jesús a decirle: Pedimos fuego del cielo como hizo Elias?  Jesús se echo manos a la cabeza diciéndoles: ¿ De que espíritu sois vosotros?  Pablo cambien se gozaba de que el evangelio se predicara aun cuando había quizás motivaciones equivocadas.  La visión de Dios, ama, perdona,corrige,anima,inspira a participar, no controla, no es abusadora,no aplasta, no mata el espíritu, si no que lo edifica y corrige lo deficiente. Seamos sabios y dejemos fluir los dones, y abundemos en el amor que es el sello de Dios. Luismquiros

martes, 12 de julio de 2011

Desechar lo malo

La biblia nos dice que desechemos lo malo, que retengamos aquello que viene de parte de Dios y que edifica,pero que seamos sabios y apartemos,lo que viene de la carne. Cuando escuchamos un mensaje, una predicación,se entremezclan muchos factores en medio de lo que oímos, que tenemos que aprender a escanear y para ello necesitamos conocer las escrituras, de otra manera, pensaremos que todo lo que nos dice el predicador es palabra de Dios. Cuando predicamos mucho tiempo sin tener un guion, sin tener una dirección definida, vamos cogiendo de aquí y de allá, como aquel que va al supermercado y va metiendo en el carro lo que bien le parece. Necesitamos tener la sabiduría de Dios a la hora de ministrar, pues nuestra palabras no solo edifican, también destruyen, y nos dice el apóstol Santiago: Que de una misma fuente no puede salir agua dulce y agua amarga a la vez. Nuestra misión a la hora de compartir a de ser trasmitir lo que el Espíritu santo quiere decirle a la iglesia, y aquí tenemos que apartar, nuestras preferencias políticas,ideas, y comentarios con doble sentido. Los púlpitos no pueden ser usados a nuestro capricho. La sabiduría ha de reinar en nuestras palabras. Nuestro deber es edificar el cuerpo de Cristo no azotarlo. La corrección ha de ser con mansedumbre, y si un pecado es grave, hay que coger a tal persona aparte y corregir personalmente, aquel miembro. Cuando queremos corregir desde el púlpito el pecado de una sola persona, estamos trayendo sospecha al resto, e inquietando los corazones. No es fácil, pero Dios tiene que ayudarnos a la hora de compartir para no destruir a los débiles. No todos comen carne, algunos solo legumbres, y otros solo admiten la leche espiritual. Saber combinar y dar el alimento adecuado, ha de ser nuestra obligación.