El apóstol no se movía fácilmente, el había aprendido a ser guiado por el Espíritu Santo, y esta es la manera como nosotros los creyentes deberíamos de movernos y actuar. Cuando somos movidos por nuestros sentimientos, caemos en los errores de la carne, ella busca su deleite y no cuenta con la voluntad de Dios.
Hay muchos siervos que corren en vano, ellos piensan que están haciendo la voluntad de Dios pero la realidad es que solo buscan su propia satisfacción. Se mueven por protagonismo, por vanagloria, por recompensas humanas y este correr es un camino de vanidad. Pablo dice que la obra de cada uno, el fuego la declarara, sea madera, barro, plata o bronce. el fuego dejara al descubierto el valor de nuestra obra. No se trata de cuanto acumulamos o de cuan veloz podamos correr. Es otra cosa la que Dios busca de nosotros, los que son guiados por el Espíritu Santo son hijos de Dios, los que le obedecen, los que le adoran, los que han crucificado su vida con Cristo y han humillado y rendido sus vidas a la voluntad del maestro.
Jun 13:8 Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.
Esta fue la respuesta de Jesús a un Pedro orgulloso que le dijo: " No me lavaras los pies jamas". El discipulado es una condición imprescindible para los hijos de Dios. El entender lo que es primero y lo que es secundario, nos dará el grado necesario para servirle en su propósito.
"Señor enséñame a correr tu carrera, no la mía, ayúdame a estar en los planes que tu creaste para mi" Que triste puede se el haber corrido años y descubrir al final de nuestros días: ¡He corrido en vano!