Dios ama de una manera especial a la juventud,esto es bien sabido por cuanto ellos representan el presente, y el futuro de la iglesia. Olvidarse de ellos, o dejarlos en un plano secundario, trae consecuencias desastrosas en ellos. Muchos de ellos al no sentirse parte de la obra, acaban enfriándose y empiezan a buscar en la calle lo que no tienen en la congregación, dandose a todo lo que tiene este mundo, drogas, sexo ilicito, vida impura...
La Iglesia de Dios es un solo cuerpo, pero con muchos miembros, y cada uno de ellos tienen cualidades diferentes, y tratos diferentes. Cuando intentamos hacer un cóctel y mezclamos todo en el mismo recipiente, nos encontramos con muchos problemas, y cerrar los ojos a esta realidad no es una buena doctrina.
Nuestro Maestro reprendió a los suyos cuando quisieron separarlo de los niños, y seguro, que reprendería a cualquiera que hiciera lo mismo con los jóvenes. Ellos necesitan ser alentados continuamente, exhortados, motivados a orar, a buscar al Señor, hay que llevarlos a la experiencia viva de conocer a Jesús, tienen que ser guiados al arrepentimiento, y al quebrantamiento de corazón. Cuando ellos son atendidos convenientemente son un canal de bendición, y multiplican la iglesia. Son evangelistas natos, cuando se les muestra la necesidad que hay en las vidas inconversas, y son los primeros en clamar y orar por otros jóvenes.
Necesitamos desechar todo temor, y consolidar en las iglesias el ministerio juvenil; solo de esta manera tendremos una juventud sana y explosiva.
Cuando ponemos por delante de buscar a Dios, el teatro, las danzas, el entretenimiento por medio de actividades etc... nos encontraremos con muy buenos actores, muy buenos bailarines, y aparte de eso, poco más. El llevar a la juventud a las aguas, y que ellos prueben del agua de vida, es lo primero, y para ello necesitamos delegar con confianza, no temiendo ni divisiones, ni traiciones, ni otra clase de mentiras del diablo. Lo primero es el amor y la pasion por las almas, y mayormente, de los que ya estan en el redil. Que Dios nos de humildad para entender la voluntad de Dios. Bendiciones.
Un saludo Luis M. Quiros